La sexualidad de las mujeres ha sido históricamente invisibilizada o reducida a la reproducción. Hoy sabemos que es una dimensión esencial del bienestar, vinculada con el placer, la autoestima y la calidad de los vínculos afectivos.
Muchas parejas creen que la terapia es solo para cuando todo está perdido. En realidad, acudir a un profesional no significa fracaso, sino disposición a cuidar la relación y darle nuevas herramientas para crecer.
La rutina es inevitable: trabajo, responsabilidades familiares, compromisos sociales. Sin embargo, cuando la relación de pareja queda relegada al último lugar, se debilita poco a poco. El problema no siempre es la falta de tiempo, sino la falta de tiempo de calidad.
Para quienes no viven juntos, salir de vacaciones en pareja suele ser el primer ensayo de lo que será la convivencia. Sin embargo, incluso en relaciones estables, las vacaciones pueden convertirse en un escenario de tensiones: las rutinas cambian, hay más tiempo compartido y surgen nuevas pruebas de compatibilidad.




